martes, mayo 09, 2006

Si se va la luz, mi vida corre peligro. La Razón Digital


Quien piense que Olga desecha la eutanasia porque tiene una vida fácil se equivoca punto por punto. Sus palabras, su testimonio de vida, así lo confirma. "Si se va la luz o se estropea una máquina mi vida corre peligro, dice: y durante los fines de semana permanezco dos días sin poder cambiar de postura porque mi madre no puede cambiarme". No puede salir a la calle por sí misma, "vamos, que llevo veinte años de arresto domiciliario".

Una cosa está clara, no ha perdido "ni el optimismo ni el sentido del humor", aunque "para ser feliz de verdad tendría que ser más independiente. Tengo días de todos los colores, como todo el mundo, asegura, aunque me haría muy feliz poder meterme en una bañera especial, o un jacuzzi para sentir el agua sobre mi cuerpo". Un gesto que no puede hacer desde hace 15 años. Hay algo que no olvida, y que dejó escrito en 1995 en su "Carta contra la eutanasia": "Soy católica, siempre he creído en Dios, en la existencia del alma y en que cuando uno muere no termina ahí su vida. Cuando estuve en coma, tuve la suerte de tener la famosa experiencia del túnel. Esto transformó mi vida. Desde entoences, no tengo miedo a la muerte, porque sé que cuando uno se va, allí se siente mucho bienestar".

Entonces como ahora, fue muy clara a la hora de denunciar la situación social: "Vivimos en una sociedad en la que priman el placer y lo material, pero el sufrimiento y la muerte vienen incluidos en la vida, forman parte de ella. Soy partidaria de luchar, no de huir [...] por eso lucharé hasta el final"

De esto hace 10 años. Y parece que pocas cosas han cambiado.