viernes, marzo 04, 2005

El alma es más fuerte que el cuerpo. Alfa y Omega


A ninguna persona se le puede pedir que sea sobrehumana, pero Olga Bejano hace tiempo que ya saltó la barrera de lo humano poniendo así de manifiesto, paradógicamente, dónde está la clave de lo auténticamente humano. Reproducimos, por su gran interés, la entrevista que, en el Diario La Rioja, Yolanda Pérez realiza a Olga Bejano con motivo de su último libro: Alma de color salmón, publicado en la editorial Libros libres. A los 23 años, Olga perdió la voz. En mayo de 1987, su glotis se paralizó y sufrió una parada cardiaca. Tras estar seis minutos clínicamente muerta, y cinco días en coma profundo, logró salir con vida, pero sin poder hablar ni comer. Hoy, 15 años después, está completamente paralizada de la cabeza a los pies, no puede hablar, se alimenta y respira de manera artificial y ya casi ni ve ni puede escribir

¿Por qué se define metafóricamente como un alma de color salmón?
Porque, al igual que los salmones, vivo luchando contra corriente. A ellos, esa lucha es la que les pone la carne de ese color. Y a mí, el alma. A esta conclusión llegué en un sueño.

¿Qué añade su segundo libro a Voz de papel?
Alma de color salmón recoge los frutos del primero. Se puede decir que en Voz de papel hablo de mi cuerpo y de mis experiencias hospitalarias. En el segundo, sin embargo, hablo poco de mi cuerpo y desgarro el alma. Este libro me pidió que lo escribiese Rafael Freytez, un amigo médico que falleció a los 32 años a causa de un cáncer de riñón.

¿Cuánto tiempo ha tardado en escribirlo?
Dos años. Tenía muy claro lo que quería poner, lo que me cuesta es escribir. Incluso, cuando estaba muy cansada, tenía que echar mano de un abecedario que ideé para Carla, una amiga tetrapléjica que no podía hablar. Mi antigua enfermera, Elena, me preguntaba la fila, yo le hacía una señal con la rodilla cuando llegaba a la que quería. Después, leía las letras, que yo sé de memoria dónde están, y le volvía a hacer otra señal. Ella transcribió todo el manuscrito, y luego el escolapio Jesús Bonet, profesor y psicólogo, se encargó de corregirlo, limitándose –que quede claro– a las faltas de ortografía.

Y publicarlo, ¿ha sido complicado?Hice intentos con 10 editoriales, y unas por falta de presupuesto y otras porque iban a tardar mucho en publicarlo, todas se negaban. Ya estaba desesperada y se me ocurrió llamar al consejero de Cultura de La Rioja, Luis Alegre. Después de leerse el borrador, se comprometió, junto al Director General, Domingo Rivera, a buscar una editorial (Libroslibres) y, gracias a ellos, lo he conseguido. Además, también lo ha leído el obispo Ramón Búa Otero, que se ha encargado de escribir el prólogo.

¿Qué mensaje quiere transmitir con Alma de color salmón?
Muy sencillo, que Dios y el más allá existen. Mi primogénito me hizo y me sigue haciendo muy feliz, pero éste creo que va a mejorar la raza. (Olga, como cuando se ríe, mueve levemente los brazos).

¿Qué es lo que más echa de menos?
No poder hablar, ni ir a la calle ni ver a la gente. A veces, siento que se me va la vida sin vivirla. Mis amigas se han ido casando, teniendo hijos y formando su propio hogar. Veo que ellas han volado del nido familiar, mientras que yo sigo aquí con las alas cortadas.

¿Quién puede más, la enfermedad o usted? ¿Quién controla a quién?
Está claro, yo. El alma es más fuerte que el cuerpo. Todos tenemos una fuerza interior que no nos deja caer, aunque algunos a la mínima tiran la toalla.

¿Sobrelleva la enfermedad mejor ahora, o al principio?
Mi enfermedad está siendo como un embarazo, pero de más de 15 años. Al principio es la sorpresa y el adaptarte día a día a la situación. Ahora, sin embargo, estoy deseando que llegue la hora del parto y nacer a la otra vida.



Proceso de la enfermedad desde los 13 años

Olga padece una enfermedad neuromuscular degenerativa. Producida, probablemente, por una operación de apendicitis a los 13 años. Aunque no sabe con seguridad qué ocurrió, Olga se pregunta si fue la anestesia la causante de su mal. Parálisis de glotis y parada cardiaca: el 27 de mayo de 1987 estuvo 6 minutos clínicamente muerta. Tras 5 días en coma profundo y tener una experiencia cercana a la muerte, se recuperó.Quince años después, está completamente paralizada, no puede hablar, se alimenta y respira de manera artificial y ya casi ni ve ni puede escribir. Pero no le afecta a ningún órgano vital ni al cerebro.