miércoles, marzo 30, 2005

Alma de Color Salmón. Periódico a.m. México


Las dos películas ganadoras del Oscar de este año, Mar Adentro y Millon Dolar Baby, tratan el tema de la eutanasia.

El argumento y la situación de los protagonistas de estos filmes provocan en muchos espectadores confusión y sentimientos de simpatía y aceptación hacia esta forma de morir. Uno corre el riesgo de salir deprimido y angustiado después de presenciar historias verdaderas donde la desgracia, la impotencia y la vulnerabilidad de la persona se presentan para aniquilar el espíritu de cualquiera.

Sin embargo, tuve la dicha de encontrar accidentalmente el antídoto para este veneno que amenaza con penetrar el alma y enturbiar el ánimo después de haber visto alguna de esas películas. Alguien me habló de la autora del libro “Alma de color salmón” Olga Bejano Domínguez quien hoy tiene cuarenta y un años y es tetrapléjica. A los trece fue operada por una sencilla apendicitis y la anestesia afectó el bulbo raquídeo y sistema nervioso central que le fue paralizando los músculos poco a poco. Su vida pende de un hilo y de un enchufe al que está conectado su respirador. Ella piensa que aunque sea con medios extraordinarios vale la pena vivir.

Como es de la Rioja española conoció el caso de Ramón Sampedro, personaje también tetrapléjico que lucha por su derecho a morir y cuya vida inspiró la película de Mar Adentro. Olga mantuvo correspondencia con Ramón a quien propuso que en vez de luchar para morir luchara para vivir.

“¿Por qué no he muerto?, hubiera sido tan fácil y tan cómodo”

Se ha preguntado muchas veces esta mujer que como el salmón lucha contra la corriente del río para llegar a desovar. “Nunca diré sí o no a la eutanasia, daré testimonio con mi vida. Las palabras se las lleva el viento” -ha expresado Olga con convicción.- “Qué Dios sea el que elija mi día y mi hora” -Agrega.

Olga estudió decoración, trabajó como fotógrafa y estuvo enamorada pero ahora mira hacia el futuro con proyectos que rondan por su cabeza.

Cuando el accidente cambió el rumbo de su vida decidió que era mejor crear que llorar y hasta la fecha ha escrito dos libros. Su enfermera es el mejor testimonio de solidaridad humana y cristiana. Ella se ocupa no sólo de moverle los párpados que han perdido movilidad y de asearla sino de interpretar sus jeroglíficos siendo su contacto con el mundo exterior. Esa es una actitud que caracteriza a la persona humana, ayudar y también dejarse ayudar. Es una forma en la que la humanidad interactúa y se complementa entendiendo así la maravilla de existir.

La vida de Olga me ha parecido fascinante y motivadora. Es una mujer que ilumina el mundo desde su habitación de terapia intensiva y llena de esperanza muchos corazones. Las personas que han tenido la oportunidad de conocer su historia han sido penetradas por ese mensaje de fe, fuerza y coraje que Olga transmite para seguir luchando y poder sobrellevar las penas y desalientos.

En medio de una sociedad materialista y superficial donde el término “calidad de vida” implica grandes dosis de comodidad y algunos placeres, se encuentran personas valientes como Olga que nos recuerdan que el esfuerzo por vivir con la presencia de Dios y realizar la misión que se nos ha encomendado es lo más importante y es el verdadero sentido de la existencia.

Por Lourdes Casares de Félix