jueves, mayo 22, 2008

Un canto a la vida,... de COLORES !

Olga Bejano nació el 3 de Noviembre de 1.963,en el seno de una familia de profundas raíces cristianas. Sus padres, Juanma y Mª Carmen, de fe recia y miembros activos del Movimiento de Cursillos de Cristiandad, transmitieron a sus hijos lo que ellos tenían por la perla preciosa y el tesoro escondido:

su FE

Olga creció junto a sus 3 hermanos, ella es la segunda, y tuvo una infancia feliz. A los 12 años fue operada de una apendicitis; una sencilla operación de la que tardó 8 horas en despertar de la anestesia. Ese fue el comienzo de una grave y desconocida enfermedad. El primer síntoma fue un cambio en su voz y siguió una dificultad para tragar y deglutir los alimentos. El cuello, los brazos y las piernas fueron poco a poco debilitándose. Comenzó un largo peregrinaje por médicos y hospitales, pero la enfermedad parecía no tener un diagnóstico y por lo tanto tampoco había un tratamiento y sin tratamiento tampoco era posible la curación.

A pesar de todo intentó llevar una vida lo más normal posible. Continuó con sus estudios de arte y decoración, especializándose en fotografía obteniendo el título de fotógrafa profesional. Y entre una cosa y otro estudió también puericultura. Sus dos pasiones eran el arte y los niños.

La rama de su vida se truncó definitivamente un domingo, 27 de mayo de 1.987. Tenía 23 años. Ese día sufrió una parada de glotis que le impidió respirar, lo que le ocasionó varias paradas cardiorrespiratorias y entró en un coma profundo. Pasó cinco días entre la vida y la muerte. Milagrosamente Olga salió del coma y su mente no sólo no presentó lesiones graves debido a la falta de oxígeno, sino que es ahora, si cabe, más ágil que antes.

Olga cuenta que en esos días que pasó en coma tuvo una experiencia cercana a la muerte, comúnmente llamada “experiencia del túnel”. Esta experiencia dio a su vida un giro de ciento ochenta grados; su vida sufrió una transformación espiritual y religiosa impresionante. A pesar del gran sufrimiento físico y psicológico que desde entonces ha ido creciendo, fue descubriendo y acercándose a un Dios amor.
Desde hace más de veinte años está paralizada de la cabeza a los pies, no puede hablar, tampoco escribir con letra legible. Se comunica con unos garabatos que logra con un leve movimiento de su mano derecha que consigue gracias a pequeños impulsos que hace con su pierna izquierda. Así traza unos signos ilegibles que sólo entiende la enfermera que está a su lado. Lleva traqueotomía y respira artificialmente con ayuda permanente de una máquina. Se alimenta por medio de una sonda y su visión se reduce a unos segundos cuando alguien le levanta el párpado derecho. Por sí misma sólo puede oír, pensar y sentir. Por si fuera poco a este sufrimiento tuvo que sumar la muerte repentina e inesperada de su padre tras una parada cardiorrespiratoria que sufrió precisamente el día que Olga cumplía 40 años. Así uno de los pilares en los que se sustentaba su vida se fue a la casa del Padre y perdió además de a un padre, a un amigo, cómplice, enfermero y confidente.

Quien piense que una vida así no puede tener sentido comete un gravísimo error. Olga tiene una vida mucho más plena y con mucho más sentido que la de muchos que podemos andar, oír, ver, respirar y comer. Desde su silla de ruedas es capaz de movilizar a medio mundo.

En 21 años ha escrito tres libros. “Voz de papel”, “Alma color salmón” y “Los garabatos de Dios”. Sólo Dios sabe a cuantos de sus lectores ha llenado de esperanza y ha ayudado a vivir. A su habitación llegan gentes de todo el mundo, atraídos por su ejemplo de vida; muchos le piden consejo, consuelo, ayuda, oraciones….

Ha recibido un sin fin de galardones: Riojana del año; Medalla de Oro de La Rioja por su trabajo y esfuerzo. Se le concedió la medalla de la Virgen de la Esperanza, patrona de Logroño y fue nombrada socia honorífica de dicha cofradía.

Olga es todavía una mujer joven, inteligente, testaruda, muy dinámica, totalmente puesta al día, con una gran fe y que consigue lo que se propone.
Desde el confinamiento de su habitación es una luchadora nata por la justicia y por conseguir que enfermos que, como ella, dependen físicamente de otras personas, tengan la atención debida para llevar una vida digna. Para ello no ha dudado en hablar con quien haga falta: políticos, medios de comunicación, médicos de casi todas las especialidades. Ante nadie se ha quedado callada, desde su silencio ha reivindicado todo aquello que considera justo.

Olga no intenta convencer a nadie, sólo da testimonio de vida, pero sin pretenderlo contagia su fe. Junto a ella Carmen, su madre, es otro ejemplo de cómo se puede vivir con alegría y entereza en medio del sufrimiento.
Los que hemos tenido la inmensa fortuna de haber podido visitarla en alguna ocasión, no hemos encontrado un cuadro de dolor y tristeza; todo lo contrario ha sido como zambullirnos en un baño de esperanza, alegría, fortaleza, generosidad y amor, mucho amor.
Por eso Olga Bejano es un canto a la vida
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Revista Kerygma. Cursillos de Cristiandad