La historia de Olga Bejano es muy conocida. Hace 33 años contrajo una enfermedad degenerativa que le ha dejado pentapléjica. Apenas ve y oye. Sólo se comunica mediante un leve movimiento de su rodilla. Está atada a un respirador artificial y también se alimenta de manera artificial. A pesar de ello, su vida es un testimonio del canto a la vida y de las ganas de vivir.
Tantas que en 1998 el Gobierno de la Rioja (donde vive), le concedió su primera Medalla de Oro. Ahora sin embargo, le ha escrito una carta al presidente de la Rioja, Pedro Sanz, devolviendo la medalla. “No el cariño del pueblo riojano”, pero sí a la “hipocresía” del Gobierno regional. “Medalla de ida y vuelta”, titulaba el diario de La Rioja este domingo.
Resulta que Bejano contaba con una enfermera que le ayudaba en sus movimientos y tareas diarias. La financiaban los servicios sociales. De esta manera ella podía permanecer en su casa sin necesidad de ser hospitalizada. Mejor calidad de vida y un ahorro para las arcas del Gobierno regional. Muchos millones calculados por Olga.
Pero ocurre que entra en vigor la Ley de Dependencia. Bejano lo celebra y pide que se atienda con prioridad a los dependientes “XXL”, como dice ella. Sin embargo, por cuestiones político-administrativas, desde el mes de enero está sin enfermera. Lo cubre la Ley de Dependencia, pero el Gobierno regional está esperando a que el Gobierno central envíe la financiación. En medio se encuentra una enferma que requiere de esa atención inmediata. Antes de que los políticos resuelvan sus problemas. Y cansada de la situación y molesta con la hipocresía, ha decidido devolver la medalla otorgada. Por ella y por todos los enfermos, dice en su carta dirigida a Sanz. Toda una llamada de atención para los políticos que pleitean por competencias y financiación. Hay ciudadanos que no pueden esperar a que arreglen sus problemas.
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