lunes, abril 04, 2005

Olga Bejano: un testimonio resiliente. www.ecologia-social.org


En la metalúrgica se utiliza la palabra «resiliencia» para describir la capacidad que muestran algunos materiales al recobrar su forma original después de ser sometidos a un proceso deformador.

El 24 de mayo de 1987 es la línea de resiliencia en la vida de Olga Bejano.

La línea entre una chica de 23 años que estudiaba fotografía y asesoraba en imagen a un candidato político, y una chica que tras la paralización repentina de su glotis sufrió un paro cardiaco y fue declarada clínicamente muerta; la línea entre una Olga que a los 9 años tocaba piano, flauta, guitarra y era la voz solista del coro del colegio, y otra Olga que entró en coma profundo por 5 días y una vez despierta se vio imposibilitada de volver a hablar.

Su enfermedad, de origen neuromuscular, desconocida, gravemente progresiva y para la cual no hay ningún tratamiento, ha sido ese proceso que ha transformado a Olga en lo que hoy es: una mujer conectada a un respirador artificial, alimentada mediante una sonda gástrica, sin voz, casi sin vista, sin ningún movimiento (ni siquiera el de sus párpados) más que uno débil en su pie.

Pero detrás de esa mujer en condiciones extremadamente limitadas, está también una que piensa con agudeza, con un sentido del humor inteligente, que desde su habitación hace amigos, se conecta con la información del mundo y que ha escrito dos libros: Voz de papel (Sal Terrae, 1997) y Alma de color salmón (Libros Libres, 2002).

¿Cómo explicar que una jovencita de 23 años se sobreponga al dolor, a la enfermedad, a la desesperanza, transformando su vida de tal manera que ahora irradia a muchos más con su testimonio?Los teóricos de la resiliencia hablan de los pilares de esta capacidad: introspección, independencia, capacidad de relacionarse, iniciativa, humor, creatividad, moralidad y autoestima consistente. Todos estos elementos están presentes en la persona de Olga, y sólo por ellos es posible encontrar una explicación a su proceso. Pero hacerlo así, sigue siendo una teoría que toma brillo cuando atestiguamos, anécdota por anécdota, la forma cómo ella fue enfrentando la enfermedad.

Lo primero que Olga hizo fue ver la evidencia ante ella: el diagnóstico de una enfermedad irreversible e incurable, que iría empeorando progresivamente hasta aprisionar su mente totalmente lúcida en su cuerpo inmóvil. Junto a esta evidencia, por supuesto, también está el dolor que provocó el diagnóstico y sus consecuencias clínicas; hubo preguntas que siguen sin contestar (¿por qué yo?, ¿por qué así?), pero nada cambiaría la impronta que la enfermedad había marcado en su cuerpo.

Así que aceptó la enfermedad, y a partir de esta realidad, construyó a otra Olga, una muy fuerte. El sentido del humor que implica la aceptación («seré una enferma profesional y digna»), conmueve cuando uno la visita en la ciudad riojana de Logroño, y la ve en su silla de ruedas, inmóvil, y conectada a sondas y a un respirador mecánico que se convierte en el único sonido que emana de su presencia.

Al mismo tiempo impacta cuando con ayuda de un tablero y su enfermera, Olga inicia «su charla», siempre aguda, llena de sentido del humor, intensa. Uno entiende cuando en sus libros habla de la importancia de que el enfermo esté de buen humor, aseado, bien vestido, con buena apariencia, para hacer más agradable el acto de la visita. Ella está siempre impecable: un pijama perfectamente combinado con sus zapatillas, su cabello teñido y su piel perfumada. Seguramente para ella el cuidado amoroso de las personas que la atienden para que esté presentable es uno de los motores que la hace vivir.

Está al tanto del cine, de la música, de las noticias, de los libros más recientes; y a menudo uno va a enterarse de estas novedades a su «guarida».Manejar de manera tan admirable la enfermedad, es un gran paso; pero después de más de 20 años en ese estado, el proceso de enfrentar ese problema y sobreponerse a él puede resultar insuficiente.

Durante este tiempo, Olga Bejano ha luchado por los derechos de los enfermos, por el derecho a servicios de salud más humanos e integrales, y la dignificación del enfermo como un ser completo en sí mismo y con aportes que hacer a la sociedad.Tampoco eso ha sido del todo suficiente. La experiencia por un lado tan extrema de enfermedad e indefensión, convierte en algo todavía más radical e impresionante su actitud ante la vida.

¿Cómo tener esperanza sin poseer ilusiones? ¿Cómo enfrentar el futuro, cuando es tan incierto y precario? ¿Cómo tener las fuerzas para despertar cada día, si ni siquiera se puede respirar por sí mismo? Nadie podrá dar respuestas al origen de su enfermedad, por qué se desató en su cuerpo cuando estaba a punto de iniciar proyectos importantes; pero estas otras preguntas arriba planteadas, y con seguridad más fundamentales, sí han podido ser respondidas por Olga Bejano en sus libros.

Quizá el rostro bello de Olga a los 23 años no muestre físicamente ahora esa transformación que ha sucedido en su interior. Pero hay algo en su presencia, que a pesar de la inmovilidad e inexpresión, resplandece: lo esencialmente humano, lo radicalmente humano, que es la capacidad del ser humano de enfrentar el dolor y salir fortalecido de él. .


Autor: María Antonieta Mendivil